miércoles, 8 de abril de 2009

POSSESSION






- Un hombre solitario se levanta una mañana; se asoma a la ventana para espantar un poco ese vacío en el que se ahoga, de pronto te ve pasar. Tu no lo sabes, pero te sigue con la mirada hasta que desapareces al doblar la esquina. Él se queda pasmado, como si hubiera visto caminando frente a sus ojos la esperanza que creyó le había sido negada. A la mañana siguiente, prepara un té y espera ansioso que vuelvas a pasar frente a su casa. Para ti este día luce como cualquier otro mientras caminas a la parada del autobús. Una vez más no lo notas, pero el está ahí, aunque ahora a decidido seguirte. Las semanas subsecuentes, la rutina se repite. Para ti el mundo es el mismo, para él eres su más grande amor. Jamás entendió como amar a alguien, y quien lo intentó, decidió alejarse sin arrepentimientos. El hombre jura que cuando te pueda abrazar, lo hará tan fuerte qué se llevará tu aliento, para cuidarte por siempre, para no abandonarte y que no lo abandones jamás. Antes de intentar acercarse a ti te ha mandado una carta, te aterras, lloras y te preguntas ¿Porqué a mi?, haces tus maletas, y sales corriendo de casa pensando qué, “Nunca imaginaste huir del amor” -.

Esta historia se anidó rápidamente en mi imaginación, mientras Sara Mclachlan cantaba “Possessión” en el estéreo del coche, creí sentirme a salvo de un acto tan esquizofrénico. Pero después me di cuenta qué sin llegar a ese extremo, en algún momento de mi vida he sido un tanto posesivo. Desde luego no quise matar a nadie, pero tampoco hubo final feliz; entonces empecé a rascar un poco más hondo y recordé qué, cuando era niño me gustaba coleccionar cosas: desde frijoles de colores, hasta cajetillas de cigarros de todas las marcas. En ese tiempo, no buscaba entender la razón por la cual me gustaba almacenarlas, lo único que sabía era que me gustaban sus formas y colores, y qué quería tenerlas todas. Después de todos estos años, pienso que esta obsesión por coleccionar, no se debía tanto al hecho de almacenar todo cuanto llamaba mi atención, ó de sólo de contemplar su belleza, sino de poseerla, de formar parte de ella.

Quizá por eso, me gustó tanto el libro “El Perfume” de Patrick Süskind, en el qué un pueblo entero perdido en el paroxismo de los sentidos, terminan por cometer un acto de canibalismo con una cortesana y su protagonista.

En la película de Eliseo Subiela “El lado oscuro del corazón, Oliverio (personaje principal de la cinta) dice: - “El amor”. ¿Cómo amar sin poseer? ¿Cómo dejar que te quieran sin que te falte el aire? Amar es un pretexto para adueñarse del otro, para volverlo tu esclavo, para transformar su vida, en tú vida, ¿cómo amar sin pedir nada a cambio, sin necesitar nada a cambio?-

Supongo que nada es tan oscuro como pretextar amor, para justificar el titulo de propiedad sobre el objeto de nuestro afecto. De repente me siento algo culpable, y trato de fingir que no es tan grave, pero no hay nadie aquí, y ciertamente, a quien hice en su momento victima de mi esquizofrenia moderada tampoco, como era de esperarse. Miro la foto de mi pareja, y pienso que al menos por esta vez tengo otra oportunidad.

Por cierto, no me ha llamado… ¿qué carajos estará haciendo?


Israel Junahan

08/05/o9

3 comentarios:

Elphaba dijo...

Mi querido Israel:
En tu post haces referencia a una de mis películas favoritas, y también a uno de los temas que últimamente me quitan el sueño... ¿amar es poseer? ¿el amor implica esclavitud? ¿el amor es ese algo que "todo lo espera, todo lo soporta"? Creo que me falta mucho para encontrar todas esas respuestas y saber si de verdad he amado.... un abrazo, disfruté mucho leerte.

Elphaba dijo...

Hola! Ya se extrañan tus letras, no dejes que la influenza nos deje sin soundtrack, también lo espero por mi blog.
Un abrazo!

Adriana Miranda dijo...

Hola querido mostro, me gusta, ya te lo había dicho pero dejo testigo fiel de ello, nunca he logrado encontrar esa fina y delgada línea que separa al otro de mi y cuando pierdo de vista esa línea que creo ver, salgo corriendo despavorida.

Un abrazo y besos