jueves, 15 de enero de 2009

El efecto mariposa




Siempre que escucho “Todo se transforma” de Jorge Drexler, me gusta preguntarme ¿de dónde vino el aleteo de mariposa que comenzó mi historia? ó ¿que movimiento involuntario de mi cuerpo, contribuyó para que no se detuviera otro cuerpo a miles de kilómetros del mío? Quizá, vivimos en una suerte de cubo de Rubik; para armar una cara, tienes que desordenar el cubo entero. Cualquiera que sea la analogía, me queda claro que el planeta entero es un solo cuerpo.

Es decir, hace treinta y cuatro años (yo no era ni caricias) Gustavo, recibió de manos de su padre, una guitarra que no tocaba desde que decidió que la música no era lo suyo. Diez años después, Gustavo conoce a Ana; se enamoran, se casan y llegan a vivir frente a mi casa. Por alguna razón nos hicimos amigos (raro, ya que yo tenía catorce años y el veintiocho) y comencé a frecuentarlo. Gustavo no tocó nunca la guitarra, pero la guardó como recuerdo y única herencia, así que la colgó en una de las paredes del segundo piso de su casa, hasta que la descubrí. Recuerdo que por esas fechas un compañero de la secundaria, tocaba la guitarra durante los recesos y siempre estaba rodeado de niñas. A mi no me interesaba tocar la guitarra tanto como estar rodeado de niñas, así que le pedí la guitarra a Gustavo todos los días para aprender, hasta que lo harté y terminó por regalármela.

Más parece qué en lugar de un aleteo de mariposa en Brasil, alguien se tiró un gas de ese lado del planeta, acabando con mi malévolo plan de conquistar niñas en la secundaria; pero la guitarra se quedó y con ella vinieron las canciones de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y la revolución cubana. Con la revolución, el boom de escritores latinoamericanos y con ellos los europeos.

Cortázar, Borges, García-Márquez, Velasco, Joyce, Camus, Papini entre otros, me llevaron a escribir canciones y las canciones a escribir cuentos, y ahora, la razón por la que estoy frente a esta computadora. Por supuesto, esa sucesión de eventos está llena de caricias, viajes, buenas y malas decisiones, familia, así como definitivamente de movimientos y energía de los cuales no tengo la menor idea de donde vinieron, pero que pintaron algunos letreros de señales en mi autopista.

El aleteo de la mariposa que comenzó mi vida, se convirtió en ciclón y no ha dejado de girar; quizá dejará de hacerlo el día que en uno de esos giros le de movimiento a otro ciclón. Aunque tal vez lo que no he dicho, lo que no he hecho, la esquina que no doblé, los besos que no di, ya pusieron en movimiento cosas que ni siquiera puedo imaginar.

Este artículo, ya está girando su moneda en el espacio de Internet (libre de aire), emula el aleteo de una mariposa. Espero que en un tiempo alguien me diga de que lado cayó la moneda o mejor aún, como se llama el ciclón que provocó el eco de unas cuerdas de guitarra que estuvieron a punto de no hacer música nunca más.

Israel Junahan

15/01/09